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AMOR-ALIDAD LA UNIÓN DE LA MORALIDAD Y LA INMORALIDAD


Por definición la moral o moralidad son las reglas o normas por las que se rige el comportamiento o la conducta de un ser humano en relación con la sociedad y a todo lo que le rodea. Por el contrario, lo Inmoral es aquella persona que va en contra de las normas o leyes, es decir no hace lo correcto, hace o piensa cosas inadecuadas de manera diferente a lo que el grupo social piensa como adecuado o correcto.

Y lo amoral es un adjetivo que esta despojado de sentido moral, es decir no es ni moral ni inmoral. Esta última suele ser defendida por el Taoismo que considera que la moral llega a corromper a la humanidad ya que obliga al hombre a cumplir acciones buenas cuando no se ha preparado para ese fin y le prohíbe realizar actos malos aun cuando requiere experimentar para comprender la repercusión alcanzada por cada uno de esos actos.

Es curioso estas definiciones porque normalmente las acciones que pensamos son buenas está dentro de lo moral, y las que son malas está dentro de lo inmoral, pero si partimos desde una posición “amor-al” nos daremos cuenta que ninguna es mejor que la otra, pues solo son dos versiones relativas de experimentar algo de acuerdo a la normas de una sociedad. Además lo que es moralmente acostumbrado para una sociedad no necesariamente tiene que ser moralmente acostumbrado para otra.

Si uno acepta una actitud amoral esta nos abre a la posibilidad de poder respetar y manejarnos en ambos puntos de vista sin necesidad de juzgar ninguno. Lo cual te llevara a sentir que las normas o reglas morales impuestas por la sociedad no te condicionen y tampoco a sentirte un inmoral que está en contra de las normas y condiciones morales de la sociedad, sino más bien a percibirte como alguien libre, no alguien bueno ni malo, sino más bien como alguien completo e íntegro que vive honestamente consigo mismo para asegurarse de vivir su propia vida y no la de nadie. Por lo tanto si actúas desde esa honestidad contigo mismo lo que hagas solo es una acción de acuerdo a tu voluntad la cual será perfectamente “moral” para ti, aunque puede ser perfectamente “inmoral “para otros.

Es interesante porque muchas veces de acuerdo a nuestra moral hacemos juicios ante alguien y de las misma manera quien determina la justicia en nuestra sociedad hace lo mismo y es cuando vemos muchas veces vemos a personas buenas en las cárceles y a personas malas libres. Por ejemplo en una situación de vida o muerte donde una madre tiene que disparar contra algún supuesto asesino por salvar la vida de su hijo, dependiendo las leyes de ese país esa mujer podría ser juzgada como asesina y encarcelada en caso no se demuestre que lo hizo en defensa propia, en defensa del hijo o que el otro era un asesino. Incluso dependiendo las leyes del país podría ser juzgada de una manera más severa o menos severa en caso la juzgaran culpable, cuando a lo mejor la mujer en el fondo lo que hizo lo hizo por amor y en vez de ser salvada de otro hecho lamentable en su vida es condenada a otra pena.

Es justo cuando vemos una circunstancia extrema como esta es que vemos hasta qué punto algo que es moral dentro de las costumbres de una sociedad puede ser inútil, ya que la moral hasta cierto punto en vez de ayudar a luchar por la vida la condena pues mientras más necesidad de moral tengamos más condicionada es la vida.

El amor está relacionado a la libertad, si te mueves solo en unos valores donde lo importante es lo correcto y la obediencia, no descubrirás el amor incondicional y no accederás a esa posibilidad, lo correcto y acostumbrado elimina la incondicionalidad, por lo tanto juzgaras lo que te hayan dicho que no es moralmente aceptado por los demás, por lo tanto serás un “rebelde con causa” o un justiciero que juzga a los que no estén bajo la misma escala de valores o razones que tú, sin darte cuenta que dentro de ti existe algo que quiere descubrirse más allá de lo establecido.

Y si solo vives en la incondicionalidad sin reconocer la condicionalidad entonces siempre estarás en contra de lo correcto y de las normas de la sociedad rompiendo las reglas como un “rebelde sin causa”, por tanto te sentirás rechazado o rechazaras las condiciones establecidas por la sociedad estando en conflicto con ellas incondicionalmente, sin poder darte cuenta que en realidad nadie te condiciona solo tu creencia de que es asi, por lo tanto no hay por qué estar en contra de las normas o las reglas.

Es muy curioso esto último porque siempre en las marchas o protestas que hay en las sociedades siempre encontramos estos dos bandos, los que quieren mantener lo establecido por las leyes obedeciéndolas por miedo a que cambien y los que se rebelan contra ellas porque tienen miedo a que algo se repita. En ambos casos los dos bandos actúan y se unen por miedo pero solo porque no se dan cuenta del propósito que los une. Quizá algún día los hombres ya no protesten contra algo si no a favor de algo, o mejor aún quizá algún día dejen de protestar y hagan el cambio todos unidos comenzando con la responsabilidad de cambiar cada uno, uniéndose ya no por miedo si no de una manera fraterna para crear un bien común de manera conciliada.

Cuando nos damos cuenta de esta polaridad somos conscientes que el amor siempre nos hace libres, que nosotros somos el orden, la armonía y el cambio, cuando sucede esto nos volvemos “hombres con propósito” dejando de ser influenciables y siendo “el cambio que queremos ver en el mundo”.

Entonces cuando somos conscientes que hay un propósito nos damos cuenta que todo cumple una función tanto los que pensamos son malos como los que pensamos son buenos moralmente hablando, los cuales a pesar de su antagonismo observándolos nos revelan poco a poco el propósito que se esconde detrás de lo moral e inmoral, ya que más allá del juicio que cada uno pueda tener cada uno tiene también una parte de esa verdad que todos buscamos instaurar aquí en la tierra para sentirnos hombres libres y comenzar a comprender ¿Por qué estamos aquí? y ¿hacia dónde vamos?. Un hombre con propósito solo tiene que actuar por honestidad propia, amoralmente, utilizando la condicionalidad o moralidad y la incondicionalidad o inmoralidad cuando nuestra voluntad más íntima lo vea necesario.

Irónicamente en estos tiempos lo que más tenemos miedo es al amor, amar nos da miedo nos hace ver pequeños porque es algo que no podemos controlar, si aceptamos el amor tenemos que aceptar que podemos amar a todos por igual, y eso puede ser muy difícil sobre todo para los más moralistas.

Todos tenemos los mismos miedos, la diferencia está en quien confía y quien teme amar de nuevo. Si huyes de recibir amor por miedo, entonces no solo estamos huyendo del amor si no también estas huyendo de todas las posibilidades de la vida.

El amor exactamente no sabemos que es por lo tanto no podemos definirlo con exactitud menos juzgarlo, solo sabemos que es un poder universal que hace mover las cosas y transformarlas, aparentemente representa la misma facultad de transformar. Entonces podemos ver que este amor en su esencia nos lleva de la incondicionalidad a la condicionalidad y viceversa, haciéndonos pasar por todas las versiones de amor y experiencias de la vida.

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